Ética laboral

 

La ética laboral o ética profesional es un concepto tremendamente empleado, pero del que no muchos tienen una idea exacta. Lo que sí se debe tener claro es que resulta fundamental para poder desarrollar espacios de trabajo que cumplan con los derechos de cualquier persona, algo en lo que se tienen que implicar tanto empleadores como empleados.

 

Qué es la ética en el mundo laboral

Decir que se trata de la ética aplicada al mundo del trabajo es lo mismo que no decir nada a la hora de explicar este concepto. Sin embargo, es lo que muchos hacen. Cuando hablamos de ética en cualquier aspecto de la vida, estamos haciendo una referencia a las relaciones interpersonales.

La ética se encarga de hacer que estas relaciones se produzcan de un modo más racional y armónico en el que todos tengan cubiertos sus derechos y en el que cada miembro del proceso sepa cuáles son los deberes que debe cumplir para alcanzar el objetivo propuesto.

Cuando nos referimos a ética profesional, tenemos que trasladar lo que hemos dicho en el anterior párrafo al mundo del trabajo. Hay que advertir que no basta con desarrollar normas en el trabajo para poder hablar de ética laboral, estas tienen que ser justas y racionales para que podamos definirlas de éticas.

Si ponemos un ejemplo extremo podremos ver esto de una forma más clara. Si una empresa castiga las conductas inadecuadas con humillaciones o castigos físicos, no se estará comportando de forma ética por mucho que cuente con un manual de comportamiento.

Por lo tanto, hay aspectos clave que se deben respetar si se quiere hablar de ética laboral, algo que vamos a ver a continuación.

 

Las claves de toda ética profesional

Como ya apuntamos, hay valores que son clave a la hora de desarrollar un ambiente ético y fomentar el bienestar laboral. Vaya por delante que estos se pueden plasmar o no en un código escrito, ya que lo importante es que todos los agentes de un entorno laboral sepan las normas básicas que tienen que guiar su comportamiento.

El primer aspecto es el del respeto al otro. Esto incluye más de lo que se piensa en muchas ocasiones. Cada profesión debe contar con unas normas de conducta rígida para sus profesionales que deben respetarse sin importar las circunstancias. Así, por ejemplo, un psicólogo no aireará jamás los problemas de uno de sus pacientes dejándolo expuesto.

Con el anterior ejemplo se tiene que entender a lo que nos referimos con el respeto. Este debe ser claro a la persona que tenemos delante, compartido con los compañeros e incuestionable sin importar la situación que exista.

El respeto se tiene que apoyar en el segundo aspecto importante: los valores. Evidentemente, no sirve cualquier valor, tienen que ser aquellos que sean capaces de aportar un ambiente común en el que sea posible llegar a cabo una actividad profesional respetando al máximo a la otra persona.

La regla de oro de la ética, tratar al otro como se desea ser tratado uno mismo, sigue rigiendo aquí de una forma importante. Es más, esta máxima podría ser la única que hiciese falta, ya que con ella se evitan abusos de poder, el uso de personas como simples medios o cualquier otro de los problemas que suelen menoscabar la ética con la que se convive en una empresa.

Por otro lado, la coacción debe ser completamente dejada de lado. Las multas o las sanciones son ineficaces desde cualquier punto de vista para crear un ambiente ético. Son buenas, eso sí, para crear un estado de represión en el que parte de los trabajadores se vean amenazados, por lo que, a la larga, acaban haciendo que el ambiente de trabajo se empobrezca enormemente impidiendo que muchos puedan sentirse a gusto en el trabajo.

 

Los beneficios de la ética laboral

Ya hemos visto cuáles son las claves y los aspectos básicos de este tipo de ética. Ahora cabe preguntarse qué es lo que pueden ganar empresas y empleados aplicándola a su día a día. Puede que te sorprenda, pero lo cierto es que los beneficios son enormes se miren por donde se miren.

Productividad

Comenzamos por uno que no siempre se relaciona directamente con la ética y el trato justo en el trabajo. Sin embargo, está más que comprobado que los trabajadores que desarrollan su actividad en un entorno confiable y respetuoso con sus necesidades aumentan su productividad.

Esto es fácil de entender. El trabajador que recibe un trato adecuado se identifica de una forma más plena con los objetivos de la empresa, por lo que los tomará como suyos y hará todo lo posible para alcanzarlos.

Además, piensa que hoy el trabajo en equipo es fundamental para conseguir que cualquier compañía funcione. Pues bien, este es completamente ineficaz si no hay de fondo una ética laboral que haga que las relaciones interpersonales sean las adecuadas para todos los miembros de la empresa.

Mejor reputación

Una compañía que disponga de un ambiente ético será una empresa respetada por todos. Esto especialmente entre los potenciales clientes que se acercan a ella. Si estos perciben que la forma de trabajar de una compañía tiene límites morales que están por encima del beneficio directo, se verán más inclinados a contratar los servicios de esta empresa.

Los resultados económicos así lo demuestran, por lo que la ética no tarda en convertirse en una sólida base sobre la que hacer crecer un negocio.

Pero hay otro aspecto clave de la reputación: la facilidad para encontrar talento. Las empresas con buena reputación contratan de forma más sencilla disponiendo de plantillas más completas y profesionales, ya que los trabajadores buscan siempre poder formar parte de compañías que tengan sólidos principios.

En definitiva, queda claro que la ética laboral no es un capricho ni algo que se pueda pasar por alto. Ya es por sí misma algo deseable dado que todos queremos trabajar en un ambiente que nos respete, pero es que, además, cuenta con muchas claves para conseguir que el negocio bruto de una compañía mejore notablemente.