síndrome del burnout

 

En mayo de 2019 la OMS reconoció oficialmente el síndrome del burnout (síndrome de estar ‘quemado’ o de desgaste profesional) como una enfermedad y esta calificación entrará en vigor a todos los efectos en enero de 2022.

El trastorno acuñado como síndrome del burnout en 1974 es consecuencia de un estrés laboral crónico y quienes lo experimentan encuentran sus trabajos cada vez más frustrantes, se vuelven cínicos sobre sus condiciones laborales y sus compañeros e incluso padecen dolores de cabeza y estómago o problemas intestinales.

Agotamiento, falta de concentración, irritabilidad e insomnio son las señales de alarma. Estas personas se sienten incapaces de afrontar sus tareas, sin energía ni creatividad. Los trabajadores con este síndrome no solo están descomprometidos sino enfermos y un empleado en esa situación es negativo de cara al trato con clientes y una presencia tóxica en la oficina que contagia al resto del equipo. Por ello, Recursos Humanos y empleador deber estar atentos a la aparición de la enfermedad para prevenirla observando, en primer lugar, el carácter personal de sus empleados ya que los muy perfeccionistas y los muy pesimistas son los que corren mayor riesgo de contraerla. Otro factor importante es que el trabajador lleve o no una vida personal equilibrada con la profesional. De lo contrario, es carne de cañón.

 

Estrategias anti-burnout

Al margen de estos aspectos psicológicos que pueden ser más inaccesibles para el empleador, hay rutinas que éste sí puede corregir por estar directamente en sus manos, como evitar una exigencia desproporcionada de tareas sin compensación alguna o la falta de reconocimiento. Que el empleado trabaje con tecnología desfasada o perciba desorganización en la empresa también contribuye al síndrome del síndrome del burnout enemigo de la productividad y la motivación, pero quizás la falta de comunicación sea la mayor causante de que un equipo humano se queme. Estas son algunas de las estrategias preventivas que se recomiendan:

  • Cuidar el ambiente de trabajo. En centros con presencialidad numerosas es más complicado que en pequeños negocios, pero en cualquier caso es imprescindible contar con ‘termómetros’ fiables del estado de ánimo reinante en una empresa.
  • Fortalecer la cultura de empresa. En línea con lo anterior, participar al empleado de los objetivos comunes con la asertividad adecuada que le ‘conecte’ con la compañía donde trabaja, dejándole ver que valora su papel en la organización.
  • Comunicación interna. Un empleado debería tener comunicación fluida con su superior a diario o al menos semanalmente según la carga de trabajo. Si no se siente escuchado, su compromiso quedará al albur de la propia auto-exigencia y puede sentirse excluido. La escucha activa del responsable debe extenderse a las propuestas del empleado para que se sienta partícipe de las decisiones.
  • Espacios y tiempo de trabajo colaborativos. Salas donde se genere un ambiente dialogante con reuniones programadas para  debatir cuestiones no estrictamente del día a día sino de organización y dinámicas internas.
  • Dotar de herramientas apropiadas. Un equipamiento deficiente se refleja en la calidad del trabajo y la productividad. Si un jefe directo infravalora esas deficiencias, el empleado sentirá que la compañía no le ofrece medios correspondientes a lo que exige.
  • Imparcialidad y reconocimiento. El trato preferente e injustificado hacia determinados miembros del equipo resulta demoledor para el resto de la plantilla. Por contra, el reconocimiento de los logros por parte de un superior fomenta el compromiso del empleado.
  • Empatía. El jefe no puede actuar como si sus trabajadores fueran robots sino interesarse por su bienestar y sus derechos. Por ejemplo, recordándoles la necesidad de que realicen los descansos preceptivos a lo largo de la jornada.

El síndrome del burnout en tiempos de teletrabajo. Motivar a distancia

¿Cómo afecta al síndrome del burnout la expansión del teletrabajo? Es momento de actualizar el síndrome ya que quienes operan en esta modalidad no lo padecen en menor medida y lo pueden sufrir por razones distintas a las del clásico burnout presencial de oficina. Si bien el teletrabajo representa para el empleado aspectos positivos como la flexibilidad horaria y el ahorro en tiempo y dinero respecto a los desplazamientos, también ‘invade’ de alguna manera un entorno habitualmente privado para el trabajador imponiéndole nuevas rutinas y disciplinas donde antes solo disfrutaba de su vida personal. Por ello, teletrabajar no puede ser sinónimo de estar disponible 24/7. Alargar las horas laborales de manera indeterminada genera estrés en cualquier persona por lo que la empresa debe respetar fielmente los pactos horarios, establecer prioridades y optimizar el tiempo de sus empleados, lo que supone un esfuerzo novedoso de organización. Para ello es de inestimable ayuda contar con sistemas de control horario eficientes y generar un clima de confianza entre empleado y trabajador que es tarea de Recursos Humanos. Estos sistemas permiten un control a distancia que no atosiga al empleado ni convierte al encargado en un vigilante.

En el teletrabajo, los empleados pueden sentirse cuestionados por sus superiores o sentir una necesidad imperiosa de demostrar que están siendo productivos desde casa que les lleve a asumir más tareas de las que pueden abarcar. Esa sobrecarga junto a la sensación de “no poder llegar a todo” sería otra causa de “síndrome del burnout a distancia”.

La buena comunicación es inexcusable en el trabajo presencial pero es aún más decisiva en el realizado en remoto. El riesgo de sentirse excluido, sin directrices claras o abrumado por mucho más trabajo del que corresponde puede multiplicarse en la distancia. Por eso la empresa debe ser especialmente cuidadosa y mantener una línea caliente de comunicación con su teletrabajador: contestar con prontitud sus correos que reclamen instrucciones y ocuparse de que tenga al menos una conversación semanal con su responsable directo.

No es difícil sino nuevo. Solo hay que contemplarlo en la agenda de los responsables. Toca aprender a motivar a distancia porque así funciona la nueva productividad a control remoto.