Todas las empresas tienen que enfrentarse recurrentemente a procesos de contratación de personal. No importa si el motivo es una ampliación de plantilla o la sustitución de trabajadores que se jubilan, que deciden cambiar de aires o que nos han encajado correctamente en el organigrama del negocio. En este sentido, el concepto de onboarding ha cobrado especial relevancia a lo largo de los últimos años. Pero ¿sabes qué es? Aquí te lo vamos a explicar.
¿Qué es el onboarding?
El onboarding es un conjunto de técnicas y prácticas cuyo objetivo es acelerar la integración de capital humano dentro de la empresa. Es decir, que una vez que se ha elegido al candidato, empiece a dar su 100 % lo más rápido posible mediante su incorporación plena en la cultura empresarial.
Pero ¿Cuáles son sus objetivos? Vamos a verlos:
- En primer lugar, hacer que el nuevo empleado se sienta bienvenido dentro de su entorno laboral.
- Favorecer que entienda claramente cuáles son las actividades que debe desarrollar dentro de la empresa y cómo son los procesos de funcionamiento de esta.
- Ayudar a generarle arraigo mediante la compresión de los valores y objetivos de la empresa.
- Estimular la competencia sana entre los trabajadores y reducir los malentendidos.
- Evitar la fuga de talentos, sobre todo, a corto plazo, es decir, durante las primeras etapas del trabajador dentro de la empresa.
¿Cómo es su impacto sobre la empresa?
Evidentemente, este conjunto de técnicas y prácticas trae una serie de beneficios sobre la empresa que no podemos obviar. De hecho, es lo que hace que merezca la pena ponerlo en práctica:
- Facilita que la empresa pueda retener el talento una vez detectado y contratado.
- Incrementa la productividad ya que el trabajador es capaz de ofrecer su mejor rendimiento en muy poco tiempo.
- Da al trabajador las herramientas que necesita para desarrollar sus funciones con seguridad.
- Reduce los costes de contratación ya que también disminuye la rotación de empleados.
- Desarrolla el sentido de permanencia del trabajador, por lo que se mostrará en el futuro más fiel a la empresa que lo ha contratado.
- Disminuye las dudas y las frustraciones en el entorno laboral y, con ello, el resentimiento y los malentendidos entre los trabajadores y entre estos y sus superiores.
- Ayuda a la asimilación de la cultura empresarial.
¿Cómo ayuda a implicar a los empleados en la empresa?
El dinero no lo es todo para cualquier trabajador. De hecho, este aspecto se negocia antes de proceder a la contratación, pero después sobrevienen muchos aspectos que pueden marcar notablemente el bienestar laboral del empleado durante el desarrollo de sus funciones. Todos ellos pueden hacer que establezca un vínculo fuerte con la empresa o, por el contrario, que acabe frustrado, renunciando a su puesto y yéndose a la competencia.
En este punto es cuando entra en juego el salario emocional. Este concepto hace referencia a todos aquellos componentes vinculados al trabajo que no tienen que ver con la retribución económica. Estos son:
- La autonomía del trabajador a la hora de desarrollar sus funciones.
- La libertad concedida a la hora de sacar adelante propuestas creativas.
- La flexibilidad horaria para compaginar su vida personal y profesional.
- La proyección de su carrera dentro de la empresa a medio y largo plazo.
- El disfrute realizando las tareas asociadas al puesto.
- El buen ambiente entre los compañeros de trabajo.
- La facilidad para mejorar mediante opciones de formación continua.
Hoy en día, las empresas suelen considerar tan importante el salario emocional como el económico a la hora de garantizar el bienestar laboral de sus empleados. Sobra decir que, a este respecto, el onboarding es una herramienta muy útil. Se trata, como dijimos antes, de un proceso que trata de que el trabajador se sienta a gusto para que sea capaz de rendir al máximo lo antes posible.
Pasos para elaborar un plan de onboarding
La elaboración de este tipo de planes suele constar de cuatro etapas bien diferenciadas. Vamos a verlas:
- Inducción durante el reclutamiento. Es una fase previa ya que da comienzo durante la búsqueda del candidato e, incluso, en el momento de redactar la oferta. El objetivo es comunicar cuáles son los valores corporativos desde una perspectiva motivadora. Hay evidencias de que quienes comparten ciertos valores con las organizaciones que los contratan tienden a adaptarse más rápido. Por su parte, esta fase también abarca la entrevista, en la cual se debe dar a conocer al futuro empleado cuáles son las normas a seguir, las dinámicas de trabajo en equipo, el nivel de exigencia del que será su jefe, etc.
- Activación del proceso. Aquí nos encontramos ante el primer día de trabajo que, generalmente, es el asociado a mayor cantidad de nervios y expectativas por parte del empleado. Por ello, hay que aportarle la máxima seguridad. Es recomendable concertar un punto de encuentro y pedir a un responsable de recursos humanos que se ocupe de llevarle hasta su puesto y de presentarle a sus compañeros de sección. Además, su puesto ha de estar perfectamente preparado y, si puede ser, contar con algún detalle personalizado a modo de bienvenida.
- La adaptación. Suele abarcar la primera semana de trabajo, aunque todo depende de la dificultad que entrañe el puesto de trabajo y de las características del empleado. El propósito durante este tiempo es lograr que se sienta como en casa. Por ello, lo primero es despejar sus dudas. Una buena idea es ofrecerle la ayuda de un compañero que actúe como supervisor y le ayude a conocer su entorno laboral. También puede brindársele una lista de desafíos que abarque tareas imprescindibles como, por ejemplo, secciones que debe conocer, programas informáticos que tendrá que utilizar, etc.
- Continuidad. El proceso no acaba una vez concluida la primera semana. Es cierto que lo más probable sea que el empleado ya sepa desarrollar todas sus funciones, al menos, de un modo básico. Sin embargo, para fomentar la integración del trabajador hay que seguir potenciando el buen ambiente. Por ejemplo, la celebración de teambuildings siempre es una buena idea.
Consejos para su implantación
Ahora bien, para que el proceso de implantación sea exitoso, es necesario seguir una serie de consejos. El primero de ellos es que, nada más aceptar la oferta de trabajo, es necesario enviar el contrato ya que esto aporta mayor tranquilidad al futuro empleado. Sobre todo, si tiene que solicitar la baja voluntaria de su actual puesto. El contacto se debe mantener entre ese momento y su incorporación.
Por su parte, conviene avisar a los futuros empleados de que va a llegar un nuevo trabajador para que puedan prepararse de cara a recibirlos. Por ejemplo, puede ser buena idea que le contacten por LinkedIn para que empiecen a conocerse lo más rápido posible. Así, además, podrá resolver algunas dudas mucho antes de ponerse manos a la obra con sus tareas.
En definitiva, el onboarding se ha converitdo en una pieza indispensable dentro del proceso de reclutamiento de cualquier empresa. Al fin y al cabo, trabaja sobre el aspecto emocional del empleado y sobre su bienestar profesional con el propósito de que ofrezca su mejor rendimiento lo antes posible. Algo que, además, se traduce en un menor porcentaje de renuncias prematuras, en un ambiente entre compañeros más saludable y en una mayor productividad.